Estéticas del ritmo y la profusión.




Ha tenido lugar una explosición (guiño a Valeriano López), así que pregunta a mi microondas el motivo, tal vez él podría alumbrarte, y con su alumbro las vueltas, las vueltas, las vueltas...

Estéticas del ritmo y la profusión «nace» o si se quiere «explota» con la intención de replantear la noción de encuentro a través de la vehemencia que su puesta en escena implica a través de la práctica expositiva como un acto de hospitalidad para con el espectador y que a través del olor invitará a entrar y después, se diría, «redirigirá». Esta ambivalencia (acogida-violencia) se detalla en el orden riguroso, ritual e «hilado» de ese elemento, sustancia o comida «a ingerir» que implica un compartir y aquí es solidificado, puesto a prueba y suspendido. Dicha suspensión, a fin de cuentas, «desoculta» o ralentiza el cómo, ese cómo nos relacionamos con el otro para permitir un espacio a la reconsideración de nuestros escenarios más acogedores y abrir puntos de fuga a los imaginarios-consumos que nos preceden. (Bien, este ha sido el texto oficial de la muestra, del cual me siento tan orgulloso).

Continuando, quisiera comentar que esto nace de una diatriba temporal, al acercarme a las piezas de mi final (final de una carrera), las de aquel 2013 en Barcelona, y al ver cómo duraban (incluso vivían-se revolvían en sus márgenes) dije: es imposible, palomitas. Cómo que tu explosión te intacta. Desde ahí que claro, tras el lapsus en el que desde entonces (refugio voluntario) se acomodan mis vértices, pensé que el mejor momento era el momento en el que no ha pasado nada, en el que esa promesa no es solo que queda derretida, sino que a pesar del cine (y la oscuridad) ha derivado en el abismo, el abismo que se sienta a tu lado para recordarte: qué taquicardia. Por tanto, por qué no recrear, y a lo grande, tanta decepción. Es así que el espacio, el espacio que no deja de tentar (tal vez vocación inmersiva, vocación incubadora, vocación de siete meses) y la posibilidad, se han encargado de ir haciéndolo posible. Aunando tiempos puesto que en el fondo solo tiempos y haciéndolo entre amigos dada la ignorancia institucional (incluso te siguen preguntando: qué haces aquí) a no ser que a golpe de comentario, cómo no, tu lugar. Tu lugar como el de todos. Todas buscamos nuestro lugar.

















Vista de la instalación.

Agradecimientos a la Casa de Cultura de Azuqueca de Henares en general, y en particular al conserje que en todo momento, mostrando su asombro ante tanta profusión, fue atento a mis requerimientos. A los curiosos y curiosas, que con su expresión qué original han rozado cuanto quise toquetear. A los bebés (y no tan bebés) que, correteando mientras montaba, me han destrozado los dibujos en el suelo (que para eso están). Y a Alberto, por confiar aun en los resquicios, incluso en los más inhóspitos.

Como decían Delafé y las Flores azules, «haremos por los polos lo que sea, plantaremos violetas entre las grietas». 

(Algo de) más información en: página web de Azuqueca.es

Agua y bollos: ¿entre comunicación-comunicación?


El arte es un símbolo de lo ético, siempre un billete de vuelta.
Herminia Pagola.

El problema de la filosofía es hallar instrumentos para comprender la discontinudad arte-vida
Gerard Vilar.

No conozco mejor forma de aburrir que decirlo todo
Lluís X. Álvarez.

El «III Encuentro Internacional Para qué arte: autonomía y valor del arte» celebrado en el Carmen de la Victoria, Granada (30, 31 de marzo y 1 de abril de 2017) y organizado por el Grupo de Investigación Estudios sobre Filosofía, Retórica y Estética de la Universidad de Granada, ha sido el lugar propicio para volcar ciertas cuestiones que a muchas nos atañen y repiten (a veces desde la fría atalaya versus dardos lanzados), entendiendo que volcar no quiere llevarnos luego a revolcar (aunque sería su posible desenlace en tanto descarga), ni siquiera un remolque: el de la palabra o toque (queda), la palabra pedida, el de la palabra dada: no hay qué callar.

Es así que los interludios se ven como la atención definitiva versus aquellas magistrales traducciones que, si bien dejan grandes frases a retener, en el fondo nos están quitando ese único tiempo. Y cómo no, llegar al lugar desconocido, lugar común que en las comidas del Carmen de la Victoria recrearán su expulsión. También, fíjate, esa mirada que se centra más en el accidente debido a su peso visual que en el fondo de esas pupilas que tratan de articular incluso en el terreno baldío dado su trasplante o ese café que, digámoslo así, no para de hacer aguas. He conocido tanta gente y se han dilucidado tantas autonomías que el placer ha sido mío. Y mira, nos llevamos la foto con Kant. 

Es así que mi larga propuesta -y fíjate que nos reímos junto con el equipo al abrir la puerta: «Ya está José Luis poniendo títulos»- titulada Concebir el afluente / Remodelar la casa. Del entorno doméstico como pregunta por las contingencias de la práctica artística hoy y su impacto en el ir haciéndose cotidiano si se quiere, se ha planteado como una puesta a prueba, puesta de largo, también (cómo no) enlace, bajo la moderación de José F. Zúñiga. Moderación que engancha, palabras que encuentran su casa. Y es así que si a eso sumáramos agua y algunos bollos, fíjate, nuestras biopolíticas dejarían de resolverse en la cadena a tirar. Porque el éxtasis o promesa de finalmente puede que acabe incluso disipando la búsqueda del debatir. Toda (una) admiración.


Aquí el momento de la presentación, como se puede comprobar un público de lujo. La fotografía es de Patri Díez, quien ha cubierto el evento con una cercanía y delicadeza ejemplares. Para más información acerca de dicho encuentro, consultar el siguiente enlace.